EN LOS LATIDOS
DE MI CORAZON
Esta tarde
cuando llegaste, la calidez de tu alma, brillaba en tus ojos, venias radiante y
hermosa, la natural fragancia de tu piel, era una como una suave brisa que
derramaba su magia en mis sentidos.
Empezamos a
caminar, bajo el atardecer cálido del verano, íbamos por un verde camino, que
enmarcaba la alegría de nuestra ansiedad, de lejos llegaba, el murmullo del
agua de un arroyo, que en su recorrido, se deslizaba por las piedras, acunadas
en su lecho.
Tu ibas a mi
lado, las mariposas dibujaban con su colorido la libertad de ir de flor en
flor, las aves revoloteando danzaban, las melodías de sus trinos, el cielo con
sus rojos matices... adornaba el encanto de nuestros latidos.
Decidimos
sentarnos al borde del arroyo, en tus ojos veía el amor que se reflejaban en
los míos, tus labios, acunaron mi boca y besándonos suavemente, sentimos que
nuestros cuerpos se elevaban, aferrados por la pasión, que nuestros cuerpos
sentían…
Pero cuando
me separe de tus labios, la luz del día me sorprendió y mis ojos, en otro marco se abrieron,
sobresaltado me dije: ¡¡ Era un sueño …!!
Intente con esfuerzo cerrar de vuelta mis ojos
y emprender mi regreso..!
Pero todo
fue en vano, no pude cruzar las tinieblas hacia el sueño y vencido volví abrir
mis ojos, y en la desolación de mi realidad, la esperanza volvió a iluminar mi
alma, porque tu nombre aun latía en mi corazón.
Eduardo Nieto Mùjica