LA MAGIA DE UNA NOCHE
Con la
esperanza iluminando mi corazón y con las ilusiones del alma, partí hacia a una
ciudad, donde la iba a ver por primera vez.
Llegue al
aeropuerto cerca de la medianoche, un taxi, me llevo al lugar donde había
quedado para encontrarla, era un hotel con vista al mar.
Entré y
sentí que había cruzado el umbral de la magia, fui a la conserjería, para
anunciar mi llegada y al preguntar por ella, me dijeron que todavía no había
llegado, que podía esperarla en el salón del bar.
Me dieron la
llave de una habitación y me quede esperándola en ese lugar, que alguien con un
acertado gusto, lo había decorado con sillones de estilo y luces de colores
tenues, que armonizaban, con una suave música, la serenidad de su estadía.
Pero el
deseo de verla, empezó acelerar mis latidos, al ver que los minutos pasaban…
mis pensamientos empezaron a llevarme por un torbellino de emociones.
Mientras en
mis manos, dos cubitos de hielo, en un vaso de whisky, se diluían ligeramente,
por el movimiento de mi ansiedad, que se acrecentaba cada vez más, en el
interior de mi ser.
Un espejo,
atrapaba mi imagen y me mostraba, esa inquietud que mi cara reflejaba, de
repente…. oí una voz…era una bella mujer que hablaba, con el conserje, será
ella, me pregunte?
Se acercó y
fascinado por su presencia, me dijo discúlpame me retrase, en ese instante… sentí
como un arco iris, se desprendía de ella y llegaba a mi corazón con luces de
esperanzas, que con una suave brisa de fragancia, también cautivaba el refugio de mi alma.
Nos dimos un
beso, como dos amantes que habiendo cruzado las distancias, abrían las puertas
de su vida, como lo hacen los pétalos de una flor al llegar la primavera.
Nos
sentándonos en uno de los sillones y sin mediar palabras, oímos la voz del
corazón que nos hablaba, nuestros brazos, como las alas de dos aves marinas se
unían, para emprender juntos un vuelo de fe, hacia un nuevo horizonte.
Sus ojos en
comunión con los míos, alertaban todos nuestros sentidos hipnotizándonos con esa magia que nos invadía
con una melodía que en suspiros se liberaba de nuestros latidos
Esperando
que el alma, iluminara los portales de nuestro ser, para que la pasión, llamaran
a los gladiadores del espíritu, para que
encendieran, con nuestros besos, la llama ardiente que tiene el amor.
Con la
exaltación, de nuestro ser, llegamos a la habitación, como dos navegantes que
arribaban a una playa, llenos de ilusiones y fe para amarrar las barcas de
nuestros cuerpos.
Dulcemente
acaricie sus sienes y deslizando mis manos por su cabello en su boca encarcele
mis labios
Y en la
suave danza de nuestros besos, el
desvarío se desprendió de la cordura y en una suave e intensa travesía emprendimos
ese momento de la vida, buscando el rumbo de nuestro destino.
Su cuerpo y
el mío al unísono vibraban, atravesando un mar bravío que había despertado, la
pasión de nuestras esencias dormidas.
El canto de
los latidos, exaltado por las fuerzas del amor, al ingresar en los espacios que
domina el silencio, arrió su agitada palpitación y en medio de melodías de
suspiros, la pasión volvió al remanso del alma.
De pronto
una luz invadió mis ojos, era la llegaba de otro día, mire mi entorno, ella no
estaba y todavía fascinado, pude
comprender que en el encanto de un sueño, mis sentimientos la habían
encontrado.
Abrí las
ventanas y respirando las fragancias de mis rosas, le di las gracias a Dios,
por la magia que tiene la vida y me fui al mar a oír el canto de sus corceles
blancos
Eduardo
Nieto Mujica